viernes, 24 de febrero de 2012

Mágicos recuerdos


Esa tarde llovía. Mis planes de salir a tomar algo se habían esfumado. Decidí pasarme la tarde leyendo un buen libro. Me dirigí a la enorme estantería donde tenía todos mis libros y pasé la mirada por cada uno de ellos. Al final, mi mirada se paró en uno pequeño, pero grueso. Cuidadosamente, lo saqué de la estantería y me lo miré bien. Recordaba ese libro. Me lo compré cuando tenía 13 años, en una librería de mi antiguo pueblo. Nada más verlo, en esa tienda, rodeado de muchísimos libros más, tuve la necesidad de comprármelo.
Con el libro en las manos, me acerqué al sillón de mi habitación y me senté. Contemplé una vez más la portada y luego lo abrí. En ese mismo instante, cayó al suelo un papelito de dentro del libro. Lo cogí extrañada. Era una entrada de un parque de atracciones. Abrí los ojos y entonces lo recordé. Tenía 16 años cuando mi novio de aquel entonces decidió regalarme un día en el mejor parque de atracciones del país.
Sonreí y cerré los ojos al recordar ese día tan especial.

-¿A dónde vamos? – Dije con curiosidad intentando sacarme el pañuelo que John había puesto en mis ojos.
-¡No te lo quites aún! Lo sabrás cuando lleguemos.
Caminábamos agarrados de la mano, él con una sonrisa en el rostro y yo con los ojos tapados. Oía la voz de niños reír, y de vez en cuando, un conjunto de gritos. Sentía una enorme curiosidad por saber dónde estábamos.
Acababa de cumplir mis 16 años, y John, mi novio, me había vendado los ojos dispuesto a hacerme una sorpresa.
-Sarah, ya hemos llegado.
Sonreí nerviosa y esperé a que sus manos quitaran el pañuelo de mis ojos. Cuando por fin tuve los ojos libres, pestañeé algunas veces hasta que supe donde estábamos. Justo delante nuestro había una puerta gigante, por la cual se podía ver montones de gente paseando y corriendo para subir a aquellas atracciones tan divertidas para unos, y tan terroríficas para otros.
-¡Un parque de atracciones! – Exclamé emocionada. Giré la cabeza y me encontré con los ojos de John, llenos de alegría. Salté encima de él y le besé toda la cara. Él reía como un loco. –Gracias, gracias, gracias...
-Gracias a ti, princesa. Y venga, vamos, que tenemos que montar a muchas atracciones, ¿eh? – Me dijo sonriendo, para acto seguido cogerme de la mano y empezar a andar hacia aquel lugar tan mágico.
Pasamos todo el día en aquel parque de atracciones pasándonoslo genial. Cuando ya anochecía, solo nos quedaba montar en la noria. Nos dirigimos allí, entre risas y besos, y subimos. Como ya anochecía, el cielo estaba de un color entre rosado y anaranjado. Era precioso.
John pasó el brazo por mi cintura y me miró a los ojos.
-Espero que hayas pasado un buen aniversario. Felicidades, amor.
Sonreí llena de ternura y puse mi mano en su mejilla, acariciándola.
-Muchísimas gracias, John. Ha sido el mejor cumpleaños de mi vida. – Sonreímos los dos. – Te quiero.
-Y yo a ti, Sarah.
Luego nos fundimos en un tierno y amoroso beso.

Abrí los ojos.  Tenía un recuerdo precioso de aquel día y de todos los que habíamos pasado juntos. John me había enseñado lo que era amar de verdad y había vivido todas las sensaciones del amor por primera vez con él. Pero como todo, nuestra relación llegó a su fin. Estuvimos dos años juntos, hasta que todo empezó a resfriarse, ya nada era lo mismo, y lo dejamos como amigos. Luego, cada uno cogió su camino y no nos veíamos casi nunca. Pero cuando eso ocurría, nos mirábamos y sonreíamos, recordando todos los momentos juntos que jamás, ninguno de los dos, olvidaríamos.
Dejando los recuerdos guardados otra vez en mi cabeza, guardé la entrada del parque de atracciones en la última página del libro. Luego, abrí el libro por la primera página y empecé a leerlo con una sonrisa. 

sábado, 11 de febrero de 2012

Inolvidable

¿Recuerdas todas las tardes que pasábamos juntos sin hacer nada, solo disfrutando de la compañía? ¿Recuerdas los besos de buenas noches y las sonrisas sin motivo alguno? ¿Recuerdas las carreras por el pasadizo y las guerras de almohadas? ¿Y qué me dices de las noches de luna llena, los atardeceres en la playa y las mañanas en la cama? ¿Y de las tardes de estudio que hacíamos de todo menos estudiar? ¿Y de las peleas para descubrir quién amaba más al otro?

Momentos. Momentos que si añades un "junto a ti" se convierten en los momentos más especiales de mi vida.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Tú, yo y nuestras cenizas

"No permitiré que nadie te haga daño, siempre te protegeré". Ella recuerda las palabras que un día salieron de su boca mientras la acariciaba. Sonríe irónicamente. Mentiras. Todo eran mentiras. Le odia, se odia. Le odia por mentirle y se odia muchísimo más a ella misma por creer esas mentiras. Debía haberse dado cuenta antes, seguramente hubiera evitado todo este dolor que iba consumiéndola poco a poco, sin cesar. Pero en eso consiste el amor, dicen, en confiar en alguien que tiene el poder de destruirte. Y así hicieron con ella. Todo lo que habían construido juntos, las miradas de complicidad, las sonrisas entre beso y beso, las noches en vela... Todo eso quedó en nada. Nada. Cenizas. Cenizas de un fuego que había iluminado su vida, que había calentado su alma hasta llegar a quemarla. Una lágrima solitaria sustituye esa sonrisa irónica que se había dibujado en su cara. Ahora las cenizas que habían quedado de aquel fuego abrasador, están en frente de sus ojos, tapándole el camino que hay delante de ella y obstaculizando cada paso adelante que quiere tomar, y así obligándola a refugiarse en los recuerdos. Los recuerdos de aquel fuego, los recuerdos de algo que ya nunca volverá a ocurrir.

viernes, 3 de febrero de 2012

¿Imposible? Nunca

Imposible.
¿Cuántas ilusiones ha roto esta palabra? ¿Cuántos intentos, esperanzas y deseos han quedado en nada por la pronunciación de esta simple y a la vez complicada palabra? Una palabra, nueve letras y mil y una ilusiones rotas.
Pues yo aquí y ahora digo que no hay cosas imposibles. Difíciles, improbables, complicadas, increíbles. Sí, eso sí, pero no imposibles. Porque pienso que con esfuerzo, dedicación e ilusión se puede conseguir todo en la vida. Todo. Y quien diga que no puedes conseguir algo, no merece tu atención. No merece la atención alguien que se dedique a romper sueños tan solo porque él no ha sido capaz de cumplir el suyo y que ha dejado de luchar por lo que quiere por el simple hecho de creer que no lo conseguirá.
¿Sabes? Aunque haya escasas posibilidades de cumplir tu sueño, aunque haya mil y una dificultades entre tú y esa ilusión que has tenido durante toda tu vida, no significa que no puedas intentarlo, que te tengas que rendir. Porque cuando después de luchar, de sufrir, de dejarte la piel para conseguir ese maldito sueño, lo consigas, sentirás que todo eso y mucho más ha valido la pena.

¿Imposible? Yo me follo los imposibles.